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jueves, 7 de abril de 2011

Excursionandome por el Mazucu

Día totalmente despejado, con el sol achicharrando. Menudo día pa irse de monte pero uno va cuando puede y no necesariamente cuando quiere. Aunque ya estuve varias veces por la zona nunca había intentado encaramarme a esa mole calcárea que es la Peña Blanca.

Tras pasar un tiempo en coche, dejando atrás Posada, llegamos al Altu de la Tornería. Lo primero el monolito conmemorativo de dos aviadores alemanes muertos en el 37 al ser derribado el avión que tripulaban. Aunque algunas ya un poco borrosas, todavía se leen los nombres, sus lugares de nacimiento y fechas. Subimos a la cumbre de enfrente y encontramos las primeras trincheras controlando el acceso desde Llanes y desde las cumbres más meridionales del cuera en dirección al Mazucu. Al otro lado de la carretera más trincheras, y casi al borde de la cuneta dos vainas de fusil, del 7,92 del año 36, y un proyectil del mismo calibre.

Al llegar al Mazucu foto obligada a la campana/bomba de la ermita, así como a una bomba de aviación colocada de adorno a la entrada de una casa. Hablamos con la gente y nos indican el camino.


La subida brutal. Casi siempre monte través entre peñedos de roca caliza y cotoyes, dejando poco a poco atrás distintas brañas con cabañas, las más de las veces, en estado ruinoso. El sol cae a plomo y sólo nos alivia la brisa, ligera, que sopla. Rodeando jous en medio de los roquedos uno no puede menos que maravillarse de cómo, hace 74 años, un puñado de milicianos resistió durante días y días los embates de la artillería, la aviación y las columnas navarras. Sólos, entre las peñas.

Durante el recorrido, entre las rocas aparece medio obús de artillería, y más cerca de la cumbre hasta 6 vainas. Y eso sin realizar ninguna búsqueda concienzuda. Desde arriba la vida alucinante, se veía desde Llanes hasta Ribeseya, el valle de Caldueñu, El Mazucu y muchos otros pueblos.


La bajada se hace mejor, monte a través y con unas pendientes enormes. A medio camino encontramos una fuente de agua fría, buenísima, y un bebedero para el ganado que deparaba una sorpresa: dos hermosos ejemplares de Triturus Alpestris, el más bonito de los tritones astures.


Ya en el pueblo, refrigerándonos del calor en el refugio del chigre del Mazucu, amena charla con el camarero, que nos cuenta historias de cómo la gente del pueblo, allá los años 40, bajaba todo lo que encontraba de metal para venderlo, entre ello el avión alemán derribado, así como múltiples bombas y otras cosas. Y para muestra un botón, una granada de piña que saca de un estante y nos deja ver.


Un día de montaña y un pequeño paseo por nuestra historia. Una buena jornada para ir acabando las vacaciones.













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